El docente es concebido como un actor fundamental del proceso educativo, sobre quien descansa la transmisión y reconstrucción del conocimiento, que permite al individuo que se forma relacionarse con el legado de la humanidad y desarrollar las comprensiones que la transformación de las sociedades demanda. Afirmar ejerce ese rol protagónico en la educación significa reconocer la institución educativa y, particularmente, el aula de clase como espacios materiales y simbólicos de distribución y recreación de saber, como espacios vivos de interacción, donde se ponen en juego los múltiples factores y condiciones que facilitan la enseñanza y el aprendizaje o generan problemas relacionados con ellos.

De esta manera la influencia que ha tenido la investigación en la vida cotidiana del ser los educadores, le ha permitido maestro, atravesar las fronteras, acercarse a la información, potenciar el conocimiento y hacerse competitivo, participativo y cooperativo en los procesos de interacción social.

Es en ese contexto que las posibilidades que ha tenido el maestro para adentrarse en estos ambientes interactivos de investigación, le han generado a su vez una dinámica que exige de él capacidades para adaptarse y transformar en tiempos cortos el entorno al que pertenece, es decir, se ha visto envuelto en una dinámica llena de incertidumbre donde la toma de decisiones efectiva, ha sido el elemento impulsor de las transformaciones.

Es precisamente en esta dinámica donde se observa que, para poder lidiar los procesos de cambio, es necesario asumir roles distintos a los ejercidos en ambientes sociales menos dinámicos. En este sentido, entra a jugar un papel importante la escuela, como aquella institución que forma al individuo para vivir en el cambio, situación que invita a modificar los roles que se han venido desempeñando en los diferentes estamentos institucionales.

El rol docente se compone de distintos atributos que lo describen como “mediador”, “facilitador”, “orientador” y “diseñador del entorno de enseñanza y aprendizaje” pero sobre todo un investigador con la responsabilidad de asociar su praxis educativa a proceso investigadores formales. Es importante destacar que ambos posicionamientos formulan rasgos similares, pero, como ya se dijo anteriormente, con distintas implicaciones a la hora de pensar el marco social, cultural e institucional en el que el rol docente es desempeñado.

Entonces cuando se hace referencia particular al proceso de enseñanza y aprendizaje, se destaca una especificidad que se centra ya no en el educador solamente, sino que se desplaza también al estudiante y pone en escena la necesidad de alentar la autonomía en ambos actores del proceso y, sobre todo, conocer como en la investigación son complementarios de una misma realidad social. Además, se considera el desarrollo del trabajo colaborativo y cooperativo tanto del lado de los estudiantes como del lado de los docentes.

Al respecto se señala que el docente va a adoptar un papel fundamental en cuanto al “diseño de medios, materiales y recursos” ajustados a las particularidades identificadas en sus estudiantes; estos materiales y medios no solamente serán construidos por el docente sino además en colaboración con otros educadores de su institución y otra cantidad de expertos tanto informáticos como especializados en educación y tecnologías.

Papert (1993) denomina la época actual como la era del aprendizaje. Para él, la capacidad más competitiva es la capacidad para aprender.         Para los especialistas que, liderados por Jacques Delors elaboraron el último informe de la UNESCO, los cuatro pilares de la educación del tercer milenio son:

• Aprender a conocer

• Aprender a hacer

• Aprender a ser

• Aprender a comprender al otro

Es así como en las instituciones educativas se pretende contar con educadores en los cuales la característica fundamental sea la iniciativa investigadora, que se sientan con el conocimiento suficiente para diseñar sus estrategias didácticas, por esto, el uso de la investigación como herramienta de apoyo educativo guiará a los estudiantes paso a paso a lo largo del proceso educativo.

Si en las escuelas se diseña y se introduce modelos pedagógicos y estrategias didácticas que se apropien de los nuevos roles de conocer, aprender, investigar, consultar, e intercambiar información que han hecho posible las nuevas tecnologías, la educación podrá participar activa y eficazmente en la construcción de una sociedad futura más próspera y civilizada.